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LA ADULACIÓN DE NERUDA A FULGENCIO BATISTA

Neruda, Siqueiros y Rivera

Neruda, Siqueiros y Rivera

En la fotografía, Neruda, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, el otro muralista que quiso ejercer de pistolero matando a Trotsky y a quien la cobardía y la borrachera le impidieron cobrar la pieza.

Diego Rivera, vuelto en secuaz del Oseta pringoso, declaró que había atraído a Trotsky hasta México para que así fuera más fácil matarlo. Seguramente no sea cierto, sino sólo señal de que era igual de borracho pero cumplidamente más cobarde que Siqueiros.

El otro, Neruda, es el que, mintiendo, decía haberse hecho «comunista» en España viendo a las bandas de anarquistas salvajes robar y matar en un torbellino de «destrucción gratuita» (El «comunismo» de Neruda, en realidad, se debe a Delia del Carril y a su convencimiento, el de Neruda, de que su lugar en la gloria de las letras necesitaba del poder de un poderoso partido) y también el que se preocupó de sacar a Siqueiros de la cárcel mexicana para darle cobijo en Chile.

Bien, esto es sobradamente conocido, pero Neruda es, además, el hombre que escribió estos versos, atroces, sobrecogedores, una música que grita de dolor y amores:

Cuba, mi amor, te amarraron al potro,
te cortaron la cara,
te apartaron las piernas de oro pálido,
te rompieron el sexo de granada,
te atravesaron con cuchillos,
te dividieron, te quemaron.

Y también es el hombre que en noviembre del 44 saludaba en este tono, en la universidad de Chile, a Fulgencio Batista:

«Pero no sólo rumor y color hacen a Cuba: la hacen también sendero y sacrificio, áspera lucha y sangre. La hacen los hombres que como el que hoy saludamos amarran en el alma toda la nacionalidad, nacen con el alma envuelta en su bandera y ay de aquel que intente arrancarles su trozo oscuro de la piel del alma: la patria entera se desgarra y quebranta. Ante Fulgencio Batista, capitán de su pueblo, estamos en presencia de Cuba: nadie como él la representa tan poderosamente en este instante, y antaño unos pocos, a quienes él continúa, dejaron dispersos los huesos en cárceles de piedra para que Cuba viviera»…

No tiene mucha importancia que Neruda fuera hombre goloso, dispuesto a arquear el lomo ante los poderosos y sus halagos, ególatra y mercenario. No sería el primero que fiado de su genio dispone por igual de talento y vileza, ambas cosas exorbitantes e inmensas, y puede que ni siquiera haya que reprochárselo si con ello se allana el camino a su obra… aunque haya otros, mejores y más inocentes, pienso ahora en Miguel Hernández, que nunca necesitaron ostras y condecoraciones para aventar genio y grandeza.

Lo que ocurre es que cuando el chileno adula a un gusano, a Fulgencio Batista, lo hace por orden y encargo del Partido Comunista de Chile, que a su vez obedece a la estrategia de los Frentes Populares, según la cual no había infames, llámense Negrines o Batistas, cuya infamia repugne, si al Padre de todos los pueblos y tribus le venían en conveniencia… Claro que Neruda era pródigo en adular gusanos, en chapotear sin ascos en el légamo:

En tres habitaciones del viejo Kremlin
vive un hombre llamado José Stalin.
Tarde se apaga la luz de su cuarto.
El mundo y su patria no le dan reposo.
Otros héroes han dado a luz una patria,
él además ayudó a concebir la suya,
a edificarla
y defenderla.

Quien quiera leer y tenga estómago para ello, aquí tiene el texto completo de su «Saludo a Batista»
http://soc.culture.el-salvador.narkive.com/eNrvVTiC/un-batistiano-llamado-pablo-neruda