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LA ADULACIÓN DE NERUDA A FULGENCIO BATISTA

Neruda, Siqueiros y Rivera

Neruda, Siqueiros y Rivera

En la fotografía, Neruda, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, el otro muralista que quiso ejercer de pistolero matando a Trotsky y a quien la cobardía y la borrachera le impidieron cobrar la pieza.

Diego Rivera, vuelto en secuaz del Oseta pringoso, declaró que había atraído a Trotsky hasta México para que así fuera más fácil matarlo. Seguramente no sea cierto, sino sólo señal de que era igual de borracho pero cumplidamente más cobarde que Siqueiros.

El otro, Neruda, es el que, mintiendo, decía haberse hecho «comunista» en España viendo a las bandas de anarquistas salvajes robar y matar en un torbellino de «destrucción gratuita» (El «comunismo» de Neruda, en realidad, se debe a Delia del Carril y a su convencimiento, el de Neruda, de que su lugar en la gloria de las letras necesitaba del poder de un poderoso partido) y también el que se preocupó de sacar a Siqueiros de la cárcel mexicana para darle cobijo en Chile.

Bien, esto es sobradamente conocido, pero Neruda es, además, el hombre que escribió estos versos, atroces, sobrecogedores, una música que grita de dolor y amores:

Cuba, mi amor, te amarraron al potro,
te cortaron la cara,
te apartaron las piernas de oro pálido,
te rompieron el sexo de granada,
te atravesaron con cuchillos,
te dividieron, te quemaron.

Y también es el hombre que en noviembre del 44 saludaba en este tono, en la universidad de Chile, a Fulgencio Batista:

«Pero no sólo rumor y color hacen a Cuba: la hacen también sendero y sacrificio, áspera lucha y sangre. La hacen los hombres que como el que hoy saludamos amarran en el alma toda la nacionalidad, nacen con el alma envuelta en su bandera y ay de aquel que intente arrancarles su trozo oscuro de la piel del alma: la patria entera se desgarra y quebranta. Ante Fulgencio Batista, capitán de su pueblo, estamos en presencia de Cuba: nadie como él la representa tan poderosamente en este instante, y antaño unos pocos, a quienes él continúa, dejaron dispersos los huesos en cárceles de piedra para que Cuba viviera»…

No tiene mucha importancia que Neruda fuera hombre goloso, dispuesto a arquear el lomo ante los poderosos y sus halagos, ególatra y mercenario. No sería el primero que fiado de su genio dispone por igual de talento y vileza, ambas cosas exorbitantes e inmensas, y puede que ni siquiera haya que reprochárselo si con ello se allana el camino a su obra… aunque haya otros, mejores y más inocentes, pienso ahora en Miguel Hernández, que nunca necesitaron ostras y condecoraciones para aventar genio y grandeza.

Lo que ocurre es que cuando el chileno adula a un gusano, a Fulgencio Batista, lo hace por orden y encargo del Partido Comunista de Chile, que a su vez obedece a la estrategia de los Frentes Populares, según la cual no había infames, llámense Negrines o Batistas, cuya infamia repugne, si al Padre de todos los pueblos y tribus le venían en conveniencia… Claro que Neruda era pródigo en adular gusanos, en chapotear sin ascos en el légamo:

En tres habitaciones del viejo Kremlin
vive un hombre llamado José Stalin.
Tarde se apaga la luz de su cuarto.
El mundo y su patria no le dan reposo.
Otros héroes han dado a luz una patria,
él además ayudó a concebir la suya,
a edificarla
y defenderla.

Quien quiera leer y tenga estómago para ello, aquí tiene el texto completo de su «Saludo a Batista»
http://soc.culture.el-salvador.narkive.com/eNrvVTiC/un-batistiano-llamado-pablo-neruda

26 DE JULIO DE 1936, MOSCÚ A LOS ESTALINISTAS ESPAÑOLES: «EL PUEBLO ESPAÑOL, EN DEFENSA DE LA REPÚBLICA CONTRA LA REVOLUCIÓN, ES CAPAZ DE ACABAR CON LA REVOLUCIÓN POR SÍ MISMO».

Mitin estalinista en Madrid. En plena revolución social, querían "prosperidad" y "felicidad"

Mitin estalinista en Madrid. En plena revolución social, querían «prosperidad» y «felicidad»

La Pasionaria, una mujer cuyo único talento fue no molestar nunca al que mandaba, y José Díaz, aún mito fundacional del PCE, inepto y enfermo, he aquí las lumbreras y luceros del estalinismo español… pero esto no debe llevar a la conclusión de que la política del PCE en España, durante la guerra y después de ella. fue un fiasco causado por las ínfimas capacidades, intelectuales y de las otras, que adornaban a las personas de sus jefes.

Está en las librerías, desde hace poco, «El caso Orlov» de Boris Bolodarsky, con una importante documentación sobre las comunicaciones entre Moscú, por un lado y su agente en España, Codovilla (luego con funciones destacadas en el asesinato de Trotsky) y José Díaz, por otro.

Después del 17 de julio del 36, y tras los primeros días de cierta confusión, en los que Moscú envía directrices no del todo equivocadas en la medida en que aprecia la naturaleza política de la guerra y la necesidad de que las «medidas sociales» debiliten la retaguardia fascista, el 26 de julio, llega desde la Secretaría de la Komintern el siguiente telegrama dirigido a Díaz y al argentino Victorio Codovilla:

«N.º 289-292
26 de julio de 1936
DÍAZ, LUIS
Consideramos necesario enviar por telegrama un (llamamiento?) en nombre de la UGT al Consejo General de Sindicatos Ingleses, y que hay que destacar que el pueblo español, en defensa de la República contra la revolución (continuada?), es capaz de acabar con la revolución por sí mismo, pero sin embargo exige a los imperialistas no obstaculizar su labor. Por tanto, CABALLERO solicita al Consejo General que dé los pasos necesarios para impedir que los reaccionarios ingleses ofrezcan ayuda directa o indirecta a los rebeldes, y exige al Gobierno que retire los buques de guerra ingleses de aguas españolas. Debería enviarse una solicitud parecida a los gobiernos italiano y alemán.
También sería conveniente dirigir un (llamamiento?) parecido en ese mismo sentido pero con las propuestas correspondientes a la Internacional de Amsterdam, así como a la internacional de trabajadores del transporte.
También les recomendamos que intenten realizar un llamamiento del Partido Socialista, firmado por PRIETO y CABALLERO, a la segunda Internacional, solicitando que tome medidas eficaces para defender la República española

Secretaría».

«El Caso Orlov», pag, 71.

En definitiva, Stalin quiere que se convenza a las potencias imperialistas, de que «el pueblo español», es decir, Prieto, Caballero y los cipayos locales de Stalin, son perfectamente capaces de acabar con la revolución sin necesidad de que ellas, las potencias, presten ayuda a Franco. ¡Admiro la sinceridad descarnada!.

CUANDO LA INFAMIA NO NUBLA EL GENIO

Dinamiteros anarquistas en el frente de Madrid

Dinamiteros anarquistas en el frente de Madrid

El genio siempre hace lo que debe, escribió Trotsky, aunque más parece que la genialidad deriva por su propia corriente sin que la vileza, la túrbida iniquidad, sea bastante para ponerla freno, sin que la embride, ni siquiera, la ignorancia.

Se ha vuelto un lugar común que Orwell acabó sus días siendo un soplón preocupado por denunciar «comunistas», un descubrimiento que se hizo en el 96 y que consistió en desvelar el insólito dato de que Orwell era un antiestalinista, pero es que siempre se ha sido, en el mundo, más clemente con los vasallos estalinistas, hombres de orden y no de amenaza, y tal es el caso de Neruda y su nauseabunda afección por el oseta de manos grasientas:

«Stalin alza, limpia, construye, fortifica,
preserva, mira, protege, alimenta,
pero también castiga.
Y esto es cuanto quería deciros, camaradas».

En «Confieso que he vivido», el chileno cuenta cómo se hizo «comunista» y trae a relucir a León Felipe y a los anarquistas feroces. Dice, insinúa, falsea y miente sobre los «grupos» anarquistas que poblaban Madrid «mientras la población acudía al frente», que declara sostenido sólo por el V Regimiento (la milicia del PCE) luego el glorioso V Cuerpo de Ejército que marcharía, restituyendo la propiedad privada a su paso, hasta Barcelona al mando de un animal llamado Lister.

Describe cómo salvó la vida de León Felipe, caído en manos de depravados bandidos anarquistas, por haber rozado a uno de estos con su capa y certifica, con naturalidad desenvuelta, el embuste como historia:

«Cada uno llevaba cuchillos, pistolones descomunales, rifles y carabinas. Por lo general se situaban en las puertas principales de los edificios, en grupos que fumaban y escupían, haciendo ostentación de su armamento. Su principal preocupación era cobrar las rentas a los aterrorizados inquilinos. O bien hacerlos renunciar voluntariamente a sus alhajas, anillos y relojes… Esta atmósfera de turbación ideológica y de destrucción gratuita me dio mucho que pensar. Supe las hazañas de un anarquista austriaco, viejo y miope, de largas melenas rubias, que se había especializado en dar largos «paseos». Había formado una brigada que bautizó «Amanecer» porque actuaba a la salida del sol… Mientras esas bandas pululaban por la noche ciega de Madrid, los comunistas eran la única fuerza organizada que creaba un ejército para enfrentarlo a los italianos, a los alemanes, a los moros y a los falangistas. Y eran, al mismo tiempo, la fuerza moral que mantenía la resistencia y la lucha antifascista.

Sencillamente: había que elegir un camino. Eso fue lo que yo hice en aquellos días y nunca he tenido que arrepentirme de una decisión tomada entre las tinieblas y la esperanza de aquella época trágica. «. Era el camino del estalinismo.

No me creo que Neruda fuera un ignorante; no me creo que, ya que saca a relucir «la brigada del amanecer», no supiera que ésta estaba al mando de Agapito García Atadell, no anarquista, sino socialista e inscrito en la Dirección General de Seguridad, órgano a través del cual se reconstruirían los cuerpos represivos del capitalismo español, desaparecidos tras el 19 de julio, reconstrucción en la que el PCE fue elemento esencial; no me creo que el chileno ignorara cuáles eran las trincheras anarquistas en el frente de Madrid; no me creo que el poeta no estuviera al tanto de las infamias de los procesos de Moscú; no me creo que no obedeciera consignas cuando describe a las milicias anarquistas como a ladrones y asesinos protervos. No me creo la inocencia de su protección a un Siqueiros, sujeto que se libró de ser asesino por ser, antes que asesino, borracho y cobarde.

Neruda, maldito cínico de verbo luminoso, que se escandaliza por la desatada violencia de la revolución y lame las botas de los verdugos de la Lubianka, qué miserable, qué deshecho humano sería si no hubiera sabido escribir cosas como esta:

Yo no sufrí amor mío,
yo sólo te esperaba.
Tenías que cambiar de corazón
y de mirada
después de haber tocado la profunda
zona de mar que te entregó mi pecho.

 

George Orwell ante sus calumniadores

Portada del libro

Portada del libro

«El 11 de julio de 1996 el diario inglés The Guardian lanzó la noticia de que George Orwell, autor de las célebres novelas 1984 y Rebelión en la granja, habría colaborado con los servicios secretos británicos como delator de comunistas. En los meses sucesivos fue subiendo el tono de las acusaciones, por lo que los editores de Orwell en Francia se vieron obligados a redactar esta defensa de George Orwell ante sus calumniadores.

No obstante, el bulo de un Orwell «espía» o «chivato» anticomunista no ha dejado de repetirse desde entonces, y por ello rescatamos este texto, editado hace diez años por Likiniano Elkartea, donde se refutan todas esas calumnias, para uso de aquellos que aún sepan qué hacer con la verdad. Insistir hoy en la inocencia de George Orwell muestra la vigencia de lo que él mismo escribiera un día: «Hemos caído tan bajo que la reformulación de lo obvio es la primera obligación de un hombre inteligente»».

George Orwell ante sus calumniadores
Ediciones El Salmón y DDT Banaketak, Madrid 2014
104 págs. Rústica 15×11 cm
ISBN 9788494109232

Jean van Heijenoort. De revolucionario trotskista a lógico matemático,

Trotsky y Heijenoort en Prinkipo

Trotsky y Heijenoort en Prinkipo

Gabriel García Higueras

 

Gabriel García Higueras (Lima, 1966), es historiador, y autor de un espléndido trabajo titulado Trotsky en el espejo de la historia (Lima, 2005)

Fue una radiante mañana de octubre del año 1932. Desde el puente de Gálata en Estambul, dominaba el panorama la enorme cúpula y los elevados alminares de la basílica de Santa Sofía, bajo el intenso azul del cielo. Entre las personas congregadas en el muelle, se distinguía un joven rubio, alto y delgado, de rasgos angulosos y de aspecto nórdico. En medio del barullo matutino, este viajero procedente de Francia observaba con atención y curiosidad el dinámico movimiento del concurrido puerto y a sus gentes. Su nombre era Jean van Heijenoort. Tenía 20 años.

Poco después del abordamiento, se soltaron amarras. Corrieron los minutos y los álabes del pequeño barco hendían las serenas aguas del mar de Mármara. En el horizonte soleado se observaba, a lo lejos, un paraje isleño. El viento marino soplaba tenuemente. Durante la contemplación del idílico escenario, la mente y el espíritu de Jean bullían de expectativa y ansiedad. Al cabo de dos horas de travesía, al final de la mañana, la nave atracaba en el muelle de la isla más grande de un pequeño archipiélago. La ínsula tenía un nombre griego:

Prinkipo (los lugareños la conocían como Büyük Ada, que significa en turco “Gran Isla”). Jean había alcanzado su punto de destino. A unos 15 minutos de camino a pie desde el desembarcadero, se encontraba la residencia del líder bolchevique en el exilio, León Trotsky, de quien sería secretario, traductor y guardaespaldas por los próximos siete años. Un encuentro personal con la historia –hecho que dejaría una huella indeleble en su vida– estaba próximo a ocurrir.

Apuntes biográficos

Jean Louis Maxime van Heijenoort nació el 23 de julio de 1912 en Creil, al norte de París, en un hogar de clase obrera. Su padre, Jean Théodore, era un trabajador emigrado de Holanda; y su madre, Charlotte Hélène Balagny, pertenecía a una familia de modesta condición.

El padre de Jean murió prematuramente cuando el estruendo de los cañones anunciaba el comienzo de la Gran Guerra. En el recuerdo del niño de dos años, quedó grabada para el resto de su vida la terrible escena de la muerte de su joven padre, provocada por una hemorragia digestiva. Tal hecho dramático impactó en la conciencia del futuro camarada Van e impregnaría su visión del mundo que lo rodeaba. Veía en la desgracia que enlutó a su familia la señal de un destino infeliz.

En su infancia, Jean fue víctima de la discriminación. Por su aspecto físico y su apellido, los compañeros de escuela, contagiados del chovinismo y la xenofobia de los años bélicos, le llamaban despectivamente “alemán sucio”. Aquellos fueron días tristes en los que, también, Jean conoció la pobreza, aunque no la miseria.

Todo esto afectó su ánimo y le hizo sentirse diferente de los demás niños; se veía a sí mismo como un marginado. En el clima desfavorable que le tocó vivir, optó por el aislamiento.

Pero no todo fue desazón en su vida. Jean sobresalió en los estudios; era el alumno más brillante de su clase. Al concluir la primaria, ingresó como interno en el colegio de Clermont de l’ Oise, donde empezó a interesarse en la política. Su espíritu de rebeldía contra la sociedad y su anhelo de transformar el mundo le hicieron simpatizar con las ideas del comunismo.

En mérito a sus altas calificaciones, en 1930 recibió una beca para cursar estudios superiores en matemáticas, en el prestigioso Lycée Saint-Louis de París. Por esos días, conoció a un joven revolucionario, Yvan Craipeau, quien lo introdujo en la Liga Comunista, la organización del trotskismo en Francia. Como miembro de la Liga, el Camarada Van se entregó con pasión a la actividad política, a la vez que abandonaba sus estudios. Se dedicó a vender el periódico trotskista en las bocas de los metros o en los barrios obreros, y pegaba carteles por las noches.

Sabiendo que Van Heijenoort leía ruso, el líder de la Liga, Raymond Molinier, le propuso una tarea de gran envergadura y riesgo: ser secretario de Trotsky. Van aceptó de inmediato.

Así, en octubre de 1932, Jean van Heijenoort, dejando atrás una corta vida de experiencias agridulces, se embarcaba en Marsella a bordo del Lamartine con destino a Turquía.

Con Trotsky

En Prinkipo, Van se integró al reducido grupo de secretarios y custodios de Trotsky. Dedicado a sus funciones secretariales, se adaptó inmediatamente a la pesca, actividad que Trotsky realizaba diariamente en las primeras horas de la mañana. Del tiempo que vivió en esa pequeña isla turca (que describió más tarde como “el sitio más bello del mundo”), Van recordaba la falta de sueño: los recursos eran escasos y los asistentes de Trotsky también se encargaban de la seguridad durante las noches. De octubre de 1932 a noviembre de 1939, Van vivió junto a Trotsky, compartiendo con él y su familia las satisfacciones y los pesares del destierro. Ningún otro secretario permaneció tanto tiempo a su lado. Su inteligencia y lealtad y la eficacia de su trabajo, le hicieron un miembro insustituible en el círculo íntimo de Trotsky. Acompañó al líder revolucionario por cada uno de los países donde fue acogido, después de su expulsión de la Unión Soviética: Turquía, Francia, Noruega y México.

Anita Burdman Feferman, autora de una detallada y reveladora biografía de Van Heijenoort, anota una interesante observación psicológica cuando sostiene que la necesidad personal de un padre sustituto fue una de sus motivaciones para asistir a Trotsky. De igual manera, afirma que si bien Trotsky necesitaba de los estimables servicios de su secretario, “el Camarada Van necesitaba al Camarada Trotsky tanto o más de lo que Trotsky lo necesitaba a él”. Sustenta este punto de vista en la devoción y dependencia que lo unía al gran revolucionario.

Basándose en su íntima experiencia personal, Van Heijenoort escribió sus memorias tituladas Con Trotsky, de Prinkipo a Coyoacán, publicadas en 1977, donde relató sus recuerdos de los avatares de Trotsky y ofreció un conjunto de informaciones y detalles con la intención de “recrear la atmósfera en la que vivía y trabajaba Trotsky durante esos años de exilio”. Su testimonio expuso el lado más humano del personaje, develando aspectos inéditos de su carácter, sus hábitos de trabajo, sus pensamientos y las relaciones que establecía con las personas de su entorno.

Uno de los episodios que relata es, por ejemplo, el escarceo amoroso entre Trotsky y Frida Kahlo, del que describe las circunstancias en que ocurrió y la tensión que produjo en el séquito de Trotsky. Los detalles de este affaire le fueron revelados por la propia pintora.

Después de siete años de labor, Van decidió independizarse de su mentor y comenzar una nueva vida. “Había vivido tantos años a la sombra de Trotsky que era necesario que viviera un poco por mí mismo”, escribió.

El 5 de noviembre de 1939, Van dejó Coyoacán para viajar a los Estados Unidos. Trotsky le comisionó el estudio de la situación interna del Socialist Workers Party, el partido trotskista norteamericano, que atravesaba por una escisión. En los Estados Unidos, además de su actividad política, impartía clases de francés. La mañana del 21 de agosto de 1940, mientras transitaba por una calle de Baltimore, leyó en un diario que Trotsky había sido atacado y que se encontraba gravemente herido. Horas después, escuchó por la radio la noticia de su deceso. Van sufrió un shock emocional.

Según su biógrafa, Burdman Feferman, a Van Heijenoort siempre le acompañó la sensación de que podría haber salvado a Trotsky. Motivos no le faltaban. Van era un hombre muy cuidadoso e intuitivo, y el acento del catalán Ramón Mercader –que se presentaba como belga– habría despertado su sospecha. Asimismo, él nunca hubiera dejado que Trotsky se quedara a solas con este visitante. Por ello, cabe imaginar que si en ese momento Van Heijenoort hubiera estado cerca de Trotsky, probablemente su asesinato no se habría producido.

Vida académica

Después de la muerte de Trotsky, Van continuó con su activismo durante los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial. Participó en los debates del Socialist Workers Party y colaboró asiduamente en la prensa trotskista, usando diferentes seudónimos.

En 1948, renunció a las ideas en las que se había formado; concluyó que la acción política del proletariado era cada vez más errática, y que era necesario poner en cuestión las premisas fundamentales del marxismo. Acerca de ese momento, al final de su libro de recuerdos, añadió: “(…) me puse a examinar el pasado y llegué a preguntarme si los bolcheviques, al establecer un régimen policial irreversible, al anular toda opinión pública, no habían preparado el terreno sobre el que habría de salir el enorme hongo venenoso del estalinismo. Rumié mis dudas. Durante varios años, sólo el estudio de las matemáticas me permitió conservar mi equilibrio interior”.

Van estudió matemáticas en la Universidad de Nueva York, donde obtuvo el doctorado. Además de enseñar en esta institución, fue profesor en las universidades de Columbia y Brandeis, y se especializó en la historia y filosofía de la lógica matemática.

En esa época, Esteban Volkov, el nieto de Trotsky, lo vio en México. En una entrevista de 2006, Volkov me refirió que recordaba del joven secretario su entusiasmo, energía y vitalidad. Ahora parecía “otra persona, muy serio, con cara de esfinge, de muy pocas palabras, poco amistoso, ya muy distante de la familia”, señaló.

Ciertamente, la ruptura con las ideas de Trotsky había influido en su cambio de actitud.

Cabe destacar que, después de su apartamiento del trotskismo, continuó vinculado con el legado histórico de Trotsky. En este terreno, tuvo un papel fundamental en la organización y clasificación de innumerables documentos de los Archivos de Trotsky adquiridos por la Universidad de Harvard. Por otra parte, Van, poseedor de una memoria prodigiosa, prestó una ayuda invalorable a los investigadores (principalmente al historiador Pierre Broué) aportando informaciones de primera mano.

En el área de su especialidad, editó una serie de  trabajos de referencia, entre ellos From Frege to Gödel, que reúne las obras fundamentales de la lógica matemática; también fue coeditor de las obras completas de Kurt Gödel, una de las figuras más eminentes de las matemáticas y de la lógica en el siglo XX.

Amores difíciles

A través de su vida, el apuesto y reservado Van Heijenoort mantuvo relaciones sentimentales apasionadas, difíciles y hasta peligrosas. A su primera esposa, Gabrielle Brausch, la conoció en el grupo trotskista francés. Ella fue la madre de su primer hijo, Jeannot. Su dedicación al trabajo con Trotsky lo alejó de su primera familia.

Mientras residía en México, vivió una furtiva pasión con la atractiva y seductora Frida Kahlo, a quien calificó como “una de las grandes mujeres” de su vida. En ese país, conoció a la trotskista Loretta Guyer, natural de Nueva York, con quien se casó en 1939 y lo hizo padre de una niña: Laure.

Su tercera esposa fue Anne B., una bella estadounidense 20 años más joven que él. Este nuevo matrimonio naufragó por diferencias irreconciliables. En un viaje a México en 1958, Van se encontró con Ana María Zamora, a quien había conocido cuando era pequeña: ella era la hija de Adolfo Zamora, el abogado mexicano de Trotsky. Con Ana María anudó un vínculo sentimental que lo llevaría a casarse por cuarta vez, en 1969 (se divorciarían al cabo de 12 años para volver a unirse en matrimonio tres años después). Esta unión, inicialmente, fue venturosa, pero al cabo de un tiempo se hizo evidente que sus expectativas no coincidían. A la vez, la inestabilidad emocional de Ana María fue un factor que influyó en el deterioro de la relación.

El trágico final

En 1986, Van trabajaba en un proyecto editorial para la Universidad de Stanford cuando le fue comunicado que su esposa atravesaba por una profunda crisis psicológica. De inmediato, se trasladó a Ciudad de México, creyendo que su presencia la aliviaría.

En la noche del 28 de marzo, mientras Van Heijenoort dormía en el estudio de la casa de su esposa, en la exclusiva colonia de Lomas de Chapultepec, tres disparos de bala impactaron en su cabeza. Ana María Zamora presionó el gatillo una vez más para acabar con su propia vida. En varias ocasiones ella había amenazado con suicidarse y eliminar a Van si éste la dejaba. La amenaza se había cumplido.

Jean van Heijenoort dedicó la mayor parte de su vida a la investigación científica, ofreciendo aportes en el estudio de la lógica simbólica, especialidad con la que adquirió renombre académico. Sin embargo, la imagen que más se recuerda de su extraordinaria vida fue la de aquel joven idealista que un día se embarcó hacia un país remoto, creyendo que era posible transformar el mundo.

 

Texto: «Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacan»

http://es.scribd.com/doc/147966570/Jean-Van-Heijenoort-Con-Trotsky-de-Prinkipo-a-Coyoacan
http://www.fundanin.org/garciahigueras4.htm

 

ERWIN WOLF

Trotsky junto a Wolf

Trotsky junto a Wolf

«Otro de los asesinados por los estalinistas después de mayo del 37. Ciudadano checoslovaco, llegó a Barcelona a fines de mayo del 37. Era corresponsal de un periódico inglés, Spanish News. La GPU no podía perdonarle haber sido secretario de Trotsky. Según ciertas informaciones debió ser fusilado en la URSS».

En la fotografía, Trotsky junto a Wolf.

http://www.marxists.org/history/etol/revhist/supplem/wolf.htm

 

KATIA Y KURT LANDAU, BARCELONA, 1936

Katia y Kurt Landau en Barcelona durante el año 36

Katia y Kurt Landau en Barcelona durante el año 36

«Kurt Landau (Viena, 1903-Barcelona, 1937), empezó con un oficio un poco original, domador de leones en un circo. Miembro del PC austriaco en 1921, secretario del distrito de Viena y posesionado a favor de las tendencias izquierdistas dentro de la IC. Responsable de la agitación y la pro­paganda en 1925, redactor del Die Rote Fahne de la capital austriaca, tiene encuentro con Víctor Serge y se aproxima a las ideas de la Oposición de izquierda de la URSS. Rompe con Frey en 1928 y crea su propia organización de oposición. Se traslada a Berlín y juega un papel muy importante en la formación de la Oposición de izquierda unificada en Alemania. Forma parte del primer Buró Internacional de la 0posición llamada trotskista. Sin embargo, como del producto de los conflictos internos grupo alemán, se distancia de Trots­ky cuando y de la Oposición de izquierda y crea su grupo propio. Cuando Trotsky rompe con el Komintern, Landau mantiene la bandera la reforma y con la perspectiva de un «nuevo Zimmervald». A partir de 1934 vuelve a trabajar en secreto con la Oposición surgida en el interior del PCF y colabora en su revista, Que Faire? Será de los primeros voluntarios internacionales en llegar a Barcelona en 1936 destacado comunista austriaco, oposicionista y militante del POUM».

Tras los sucesos de mayo de 1937 fue detenido y desapareció para siempre estando en manos de los estalinistas.

http://old.kaosenlared.net/noticia/kurt-katia-landau-historia-para-no-olvidar
http://www.fundanin.org/gutierrez57.htm
http://www.traficantes.net/libros/los-verdugos-de-la-revolucion-espanola-1937-1938

 

MIECZYSLAW BORTENSTEIN (M. CASANOVA): «LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA. EL FRENTE POPULAR ABRIÓ LAS PUERTAS A FRANCO»

MIECZYSLAW BORTENSTEIN (M. CASANOVA)

MIECZYSLAW BORTENSTEIN (M. CASANOVA)

Hijo de una familia judía de Varsovia, ingreso a la Juventud Comunista polaca a los 16 años. Después de haber sido arrestado, escapo primero a Bélgica y luega a Francia, en donde ingresó a la JC francesa en 1927. En 1930 recibió una condena de tres años por propagandista y fue devuelto a Bélgica, pero volvió ilegalmente a Francia en 1932 y se integró al Partido Comunista, del cual fue expulsado en 1934. Desde entonces militó en las filas trotskistas, empezando con la Ligue Communiste Internationaliste de Francia.

En julio de 1936 partió hacia España, tomando el pseudónimo de M. Casanova. En España sirvió en la milicia de la CNT y luego en una fábrica de material de guerra, a la vez que ayudaba con la edición del periódico La Voz Leninista, órgano del grupo Bolchevique-Leninista español. En marzo de 1939 fue detenido en Marsella mientras intentaba abordar un barco hacia México. Tras estar internado en campos de concetración en Vernet (Ariège), “Les Milles”, y Drancy (Seine), el 19 de agosto de 1942 fue deportado rumbo a Auschwitz.

M. Casanova: La Revolución en España

MIKA ETCHEBÉHÈRE. «MI GUERRA DE ESPAÑA»

Mika Etchebéhère en España

Mika Etchebéhère en España

«Cuando muere Hippolyte Etchebéhère, Mika, su joven viuda, que hasta ese momento ha desempeñado en la columna del POUM de Madrid un papel secundario, pasa a ocupar en ella un lugar cada vez más relevante. «No he aceptado sobrevivir a Hippo -escribe-, sino con la condición de continuar nuestro combate».

Lucha primero en Sigüenza. Una orden estúpida encierra a los combatientes en la catedral. Alguien ha pretendido que las milicias repitan en la catedral de Sigüenza lo que los franquistas lograron en el Alcázar de Toledo; pero este edificio tiene una estructura distinta de aquél. La artillería franquista abre enormes boquetes en los muros de la catedral. La situación es insostenible. Para los sitiados, el dilema es rendirse o intentar romper el cerco. Con un puñado de hombres, Mika lo logra.

Tras un breve descanso en Madrid y una corta estancia en Paris, Mika Etchébèhere retorna a España, a Madrid. La ciudad asediada, mártir y heroica, a las trincheras. Los hombres del POUM han formado dos compañías. La primera está casi enteramente constituida por madrileños, supervivientes de los combates de Atienza y de Sigüenza; la segunda, por fugitivos de Extremadura, miembros o simpatizantes del POUM no pocos de ellos. Se confía el mando de esta compañía a Mika Etchebéhère, a la que se confiere el grado de capitán. La trinchera que ocupa esta unidad está en la Moncloa, a dos pasos del Hospital Clínico y de la fábrica Gal, en donde los milicianos se proveen de jabón en abundancia».

El texto completo se puede descargar desde este enlace:
http://descargas.localcambalache.org/mi_guerra_de_espana.pdf

La novela de Elsa Osorio: «La Capitana»
http://freakshare.com/files/qugnf1dw/LaCa.rar.html

http://www.fundanin.org/mika.htm
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=150435
http://francescms.blogspot.nl/2012/05/mika-etchebehere-la-capitana-del-poum.html

«NUESTRO PARTIDO NO PRETENDE ESTABLECER UN GOBIERNO COMUNISTA», CARRILLO DIXIT.

Octavilla del PCE de 1977

Octavilla del PCE de 1977

Hojeando un libro me acabo de encontrar con esto, un papel conservado desde la noche de los tiempos.

El 9 de abril de 1977 hacía días que había cumplido 15 años. Alguna semana después mi amigo Luis y yo nos escapamos del internado de Getafe y nos fuimos a un local que estaba abriendo el PCE. Nos recibió un sujeto de barba cerrada, media melena y trenca. Aquel muchacho, que andaría por los ventimuchos, se dedicó a explicarnos que «los comunistas no tienen cuernos ni rabo» y a darnos algunos folletos, entre ellos esta octavilla… Y a mi se me iba dibujando una sonrisa cínica en la cara… pero con quince años recién cumplidos yo era un muchacho educado, tímido y con menos mala baba que ahora; por eso no le contesté: «Si estamos aquí es porque no nos hace falta que ningún gilipollas nos advierta que los comunistas no tienen cuernos ni rabo… al menos del tipo al que tú te refieres».

Ni mi amigo Luis ni yo militamos nunca en el PCE. Menos mal, porque aunque no lo sabíamos, Carrillo, en la II Conferencia Nacional del partido, celebrada en 1975, ya había dejado claro por qué los «comunistas» no tenían cuernos ni rabo de esos a los que se refería el imbécil de Getafe: «En la España de hoy el comunismo no amenaza a nadie. Nuestro partido no pretende establecer un Gobierno comunista«.

Desde luego, no se puede decir que Carrillo engañara a nadie.

FUE REVOLUCIÓN SOCIAL, NO LEGALIDAD REPUBLICANA.

Periódico de la agrupación "Los Amigos de Durruti"

Periódico de la agrupación «Los Amigos de Durruti»

Escucho constantemente frases como esta referidas a la guerra: «defensores de la legalidad republicana», «gobierno legítimo de la República», «lucha por la democracia contra el fascismo»… y se las escucho a compañeros absolutamente leales, de historial intachable y también se las escucho a fementidos canallas que sabiendo perfectamente que mienten, alardean del embuste.

Sin embargo, esas son las más infames falacias de nuestra historia y denotan una complicidad dos veces venenosa, porque lo que hubo en España no fue una defensa de la legalidad democrática contra el fascismo, sino una revolución social, no derrotada por Franco, sino por el estalinismo y la izquierda socialdemócrata de Caballero.

El 19 de julio de 1936 el Estado capitalista había desaparecido. El gobierno de la república, cómplice con el golpe primero por ignorarlo y luego por resistirse cuanto pudo a la entrega de armas a las organizaciones obreras, era sólo la cáscara hueca de una pupa muerta. El único poder estaba en los milicianos y en los Comités.

En todos lados se constituían Comités Revolucionarios o de Gobierno, el ejército, la judicatura, los cuerpos represivos, habían desaparecido. El poder descansaba en los fusiles de los obreros y los jornaleros imponiéndose a sus propias direcciones partidistas, y estos confiscaban fábricas y tomaban tierras. Como bien dice Grandizo Munis, no había una situación de doble poder porque sólo había un poder: el de los milicianos, y una fantasmagoría de gobierno que subsistió porque nadie quiso mandar a Azaña y a los otros a su casa.

Por eso mismo, ese fantasma comenzó, lentamente, a cubrirse de carne, a reclutar hombres para rehacer la «Guardia Nacional» (guardia civil) y Guardia de Asalto, a rescatar la propiedad en manos obreras, bajo la apariencia de «nacionalizaciones», a desmantelar los Comités, a desarmar a los obreros y todo ello bajo la consigna estalinista de «todo el poder al Gobierno».

Ningún partido con entidad se opuso a esta reconstrucción de la «legalidad republicana», del capitalismo que había desaparecido el 19 de julio, tampoco el POUM o la CNT; y la contrarevolución encontró el sustento que no tenía en el PCE, en la política de los «comunistas», consistente desde que decidieron pasar del «social-fascismo» a la colaboración con organizaciones capitalistas, es decir, desde que Moscú dio la orden se pasarse a los «Frentes Populares».

El 5 de octubre del 35 el periódico Pueblo, controlado por los estalinistas decía: «… hoy no es justa la expresión clase contra clase, sino la de cultura contra barbarie»… ¡cosa que ahora suena tan actual!…

El 10 de enero de 1937, Treball, órgano del estalinismo catalán, hablaba con toda claridad: «Hay que demostrar a los Estados no fascistas que somos capaces de resolver democráticamente los problemas del futuro», es decir, resolverlo democráticamente al modo de los «Estados no fascistas», al modo de las potencias capitalistas, de Inglaterra y Francia, hacia quienes Stalin se inclinaba solícito.

Era la revolución, no la República, por lo que la clase obrera se batía en las trincheras y en las retaguardias. La revolución española, desorganizada, abandonada por todas las organizaciones, negada, resistió hasta las jornadas de Mayo del 37, cuando García Oliver, pidiendo en nombre del Gobierno el abandono de las barricadas de Barcelona, la dio el tiro de gracia. Luego, el infame Negrín, ya presidente del Gobierno, hacía público su propósito capitulador ante Franco: «Todavía es prematuro para hablar de paz: ya llegará el momento oportuno. No podemos hablar de paz antes de haber asegurado la tranquilidad absoluta de la retaguardia». Pero lo que en la retaguardia intranquilizaba a Negrín y al PCE no era la quinta columna, sino los restos de la revolución. Aplastada por el PCE la revolución social en la «retaguardia», Negrín anunciaba su propósito de hablar de paz con Franco, sólo que para entonces Franco ya no necesitaba hablar de paz.

No, esta memoria histórica será siempre traicionada. El 19 de julio será olvidado para recordar el 18. El golpe de Franco seguirá siendo utilizado para tapar la revolución más tenaz, más densa, más combativa, que haya tenido Europa.

Así que no, aquellos hombres del frente, no defendía la legalidad capitalista de la República, sino la legalidad revolucionaria de los Comités y las milicias.

THEODOR WISENGRUND ADORNO: TEORÍA ESTÉTICA

Teoría Estética

Teoría Estética

Para el arte, sobre todo para la música, el agotamiento de las capacidades del material expresivo, predicho o diagnosticado por Adorno, ha llegado a una situación crítica. La música lo delata como un atroz insulto aproximándose al ruido tanto o más de lo que es tolerable o allanándose a la exigencia de ser una mera cifra, una gramática oculta vacía de sentido.

La música popular se resiste a esto a costa de renunciar, a su vez, a otra clase de sentido. Es manifiesta la simetría constructiva entre el barroco y el jazz y todos los estilos que siguen a éste, incluido el rock: una línea melódica que discurre sobre un soporte armónico y rítmico en los bajos. Esto es el bajo continuo y su función es dar un soporte de legibilidad, de aprehensión inmediata de la armonía (la sustancia más huidiza al entendimiento que tiene la música) y el ritmo.

Precisamente por esto, el bajo continuo como sustancia constructiva de la música popular es, al mismo tiempo, una concesión a la simpleza y una mordaza a la capacidad expresiva del discurso musical, a su sentido, a lo que éste puede denotar. Casa muy bien con el capitalismo, es decir, con la producción mecanizada de las cosas y así, de esa simpleza inicial que hacía inmediato el disfrute estético en obras como la Sonata Op.5 n°12 de Corelli o en Nights In White Satin de los Moody Blues, hemos pasado a la producción en masa de canciones de éxito fabricadas por máquinas, capaces ya de mezclar algunos lugares comunes, ciertos recursos técnicos manidos, según las reglas que imponen los estudios de mecadotecnia.

En esto, la degeneración de la música ha adquirido grados insufribles y de paso denuncia cualquier valoración de la «cultura popular» (que no tradicional) en tanto que arte. La cultura popular es una contradicción en los términos tan aberrante como lo fue en su tiempo la «cultura proletaria». Ni el proletariado, por definición, podía ser sujeto de un arte propio, pretendiendo escapar a las condiciones productivas que lo definían como tal, ni lo popular de la modernidad puede escapar a la finalidad de adormidera que le impone su naturaleza de mercancía producida en masa.

Adorno decía que: «Beethoven es, modificado pero determinable, la experiencia plena de la vida exterior que retorna interiormente, igual que el tiempo, el medio de la música, es el sentido interior; la popular music en todas sus versiones está más acá de esa sublimación, es un estimulante somático y, por tanto, regresiva frente a la autonomía estética».

En esa regresión hay grados, claro está, y si escribo esto es porque en el fondo, en el subsuelo, en las profundidades del estercolero estético, hay una gusanera que debería ser destruida… Si se pudiera. Verbigracia: Justin Bieber, la Pantoja… Peret, Miley Cyrus, David Bisbal, ese insulto para la condición humana que es un tal Julio Iglesias… Pero basta de hozar en esta letrina y, por caridad, que nadie me diga que cosas así son «cultura».

Theodor W. Adorno: Teoría Estética

DIEGO ABAD DE SANTILLÁN. ¿POR QUÉ PERDIMOS LA GUERRA?

Revolución española

Revolución española

Que nadie me malinterprete. No ha habido mejor militancia, no ha habido organización obrera más resistente a la corrupción de la voluntad revolucionaria, que la anarquista. Si la revolución social en España tuvo aliento, si no fue inmediatamente abortada por el colaboracionismo de estalinistas y socialistas, esto sólo se debe a que existía la CNT y la FAI, igual que ahora, si subsiste un sindicalismo de clase, sólo se debe a que existen la CNT y la CGT.

Sin embargo hay cosas que pasman del anarquismo y esto que el propio Diego Abad de Santillán cuenta es, posiblemente, la más pasomosa de todas ellas:

«Liquidada la revuelta en Cataluña, el presidente de la Generalidad, Luis Companys, nos llamó a conferencia para saber cuáles eran nuestros propósitos. Llegamos a la sede del gobierno catalán con las armas en la mano, sin dormir hacía varios días, sin afeitar, dando por la apariencia realidad a la leyenda que se había tejido sobre nosotros. Algunos de los miembros del gobierno de la región autónoma temblaban pálidos mientras se celebraba la entrevista, a la que faltaba Ascaso. El palacio de Gobierno fue invadido por la escolta de combatientes que nos había acompañado. Nos felicitó Companys por la victoria. Podíamos ser únicos, imponer nuestra voluntad absoluta, declarar caduca la Generalidad e instituir en su lugar el verdadero poder del pueblo; pero nosotros no creíamos en la dictadura cuando se ejercía contra nosotros y no la deseábamos cuando la podíamos ejercer nosotros en daño de los demás. La Generalidad quedaría en su puesto con el presidente Companys a la cabeza y las fuerzas populares se organizarían en milicias para continuar la lucha por la liberación de España. Así surgió el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, donde dimos entrada a todos los sectores políticos liberales y obreros».

Sí, así se constituyó el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, así devolvió la vida la CNT-FAI al difunto poder burgués en Cataluña (también en Madrid) y así se perdió la guerra.

http://www.enxarxa.com/biblioteca/ABAD%20DE%20SANTILLAN%20Por-que-perdimos-la-guerra.pdf

 

¿SE DEJÓ MATAR TROTSKY?

León Trotsky tras el atentado de Siqueiros

León Trotsky tras el atentado de Siqueiros

Para el verano de 1940 Trotsky era un hombre enfermo, condenado y recluído entre los cuatro muros de la Av Viena. Todos sus hijos habían muerto por ser sus hijos, una de tuberculosis que el seminarista impidió tratar; otra, separada de su marido, de su hijo y destrozada por dentro y por fuera, se suicidó; León Sedov asesinado en Paris por la GPU y Serguei fusilado después de estar recluido en el campo de concentración de Kolima.

Tras el atentado de Siqueiros sabía que Natalia había estado a punto de morir por su causa y también su nieto Sieva, el último vivo. La revolución que sin él y sin Lenin no habría existido, era solo el esperpento sangriento de lo que comenzó siendo. Los camaradas habían sido fusilados por el despreciable oseta y algunos de ellos, convertidos antes en patéticas piltrafas de lo que fueron, como es el caso de su amigo Rakovsky,

Cada mañana, su primer comentario a Natalia era que Stalin les había dado un día más. El viejo sabía que su vida traía la muerte a quienes le importaban, incluso comentó que si moría, aún sería posible salvar a su hijo Serguei, del que no sabía nada… y tras el atentado de Siqueiros, tenía la certeza de que el siguiente golpe sería más brutal y devastador.

Sabemos que Mercader hizo un ensayo previo portando ya las armas que llevaría encima el día 20. Sabemos que su actitud, su extravagante actitud levantó todas las sospechas de Trotsky y éste comentó a Natalia Sedova que no quería volver a ver a aquel individuo… y sin embargo, cuando en la tarde del día 20 Mercader se presenta en la casa, con sombrero y gabardina en el agosto mexicano, sudando, titubeante, balbuceante, pálido como un muerto, llevando la marca de Caín en la frente, el viejo olvida su orden de no ver más a aquel tipo y se queda a solas con él…

Esto sólo se puede explicar de dos formas: una que Trotsky era idiota; otra que Trotsky había aceptado que la única forma de salvar a las últimas personas a las que quería era aceptar el ataque certero de Mercader y evitar así otros indiscriminados como el de Siqueiros, pero esta vez mucho peores.

En la fotográfía, Trotsky hablando con la policía mexicana tras el atentado de Siqueiros.

 

LA MEMORIA DOS VECES MUDA

Estalinistas en España

Estalinistas en España

No se trata de los escombros estalinistas que subsisten, que también, sino de la unánime voluntad de negar que en España hubo una revolución y de ahogar su memoria en la legitimidad constitucional de la República o en el hecho manifiesto de la agresión fascista; y de la más unánime aún, voluntad de negar que junto al fascismo hubo otra contrarevolución. La condición contrarevolucionaria del stalinismo en España será sistemáticamente falseada porque no interesa ni a sus herederos ni a sus enemigos y, sien embargo, así ocurrió.

El el 21 de diciembre de 1936 Stalin remitía una carta a Largo Caballero, el hombre del colaboracionismo con la burguesía republicana, el mismo que durante las jornadas de octubre del 34 dejó desarmados a los obreros de Madrid porque lo único que pretendía con su «huelga general pacífica» era hacer reflexionar al hipócrita Alcalá Zamora, el pusilánime señorito andaluz tan caro a la clerigalla y a la oligarquía terrateniente.

El «consejo» de Stalin era garantizar la propiedad y la inexistencia de una república comunista:

«No hay que rechazar a los jefes del partido republicano sino por el contrario atraerlos al gobierno, hacer que participen en la responsabilidad común de la obra de gobierno. Sobre todo, es necesario asegurar al gobierno el apoyo de Azaña y de su grupo, haciendo todo lo posible para vencer sus titubeos. ESTO ES INDISPENSABLE PARA IMPEDIR QUE LOS ENEMIGOS DE ESPAÑA LA CONSIDEREN COMO UNA REPÚBLICA COMUNISTA, que es lo que constituye el peligro mayor para la España republicana. SE PODRÍA ENCONTRAR OCASIÓN PARA DECLARAR EN LA PRENSA QUE EL GOBIERNO DE ESPAÑA NO TOLERARÁ QUE NADIE ATENTE CONTRA LA PROPIEDAD y los legítimos intereses de los extranjeros establecidos en España, ciudadanos de los países que no sostienen a los rebeldes».

En definitiva, para el seminarista sanguinario, para el oseta despreciable, el mayor peligro en España era una República Comunista. Para Franco también.

GRIMAU, EL STALINISTA QUE TORTURÓ A MANUEL GRANDIZO MUNIS

Munis junto a Natalia Sedova

Munis junto a Natalia Sedova

Como Julián Grimau fue asesinado por los fascistas, pocos o ninguno se han preguntado quién era este sujeto, este «canalla abnegado» que pasó y pasa por héroe de la resistencia antifranquista y por causa de honor para el PCE.

Grimau era hijo de un comisario de policía catalán y, él mismo, funcionario de policía. Inicialmente militante deIzquierda Republicana, ingresó en el PCE en 1936 y acabó siendo jefe de la Brigada de Investigación Criminal durante la guerra.

El valor de Grimau para el stalinismo fue reconocido públicamente en el 38, sabemos de él parte del papel que tuvo en la detención y asesinato de Andreu Nin y en la represión posterior a las Jornadas de Mayo en Barcelona contra el POUM y la CNT-FAI y sabemos que bajo sus órdenes se realizaron las detenciones e interrogatorios de los miembros de la Sección Bolchevique-Leninista de España (SBLE) y, especialmente, de Manuel Grandizo Munis (en la fotografía, junto a Natalia Sedova, en 1946)

Es cierto, Franco lo asesinó en el 62. Los fascistas no tenían por qué hacer distinciones. Franco non solvet proditoribus; pero ese fusilamiento no cambia lo que Grimau fue: un contrarevolucionario, un estalinista y un asesino, uno de esa legión de «canallas abnegados» en los que, según Hannah Arendt, la banalidad del mal se encarna; un agente de esa misma fuerza aberrante y pervertida que ahogó la revolución española y que cuarenta años después siguió asfixiando todo lo que se alzaba contra el colaboracionismo y la rendición que ha cimentado otros cuarenta años la restauración borbónica.

No habrá nunca «memoria histórica» para esto. Aquí, fascistas y stalinistas tienen una voluntad común y una voluntad común tienen los restos patéticos del PCE y la canalla liberal; así que, seguid, miserables, predicando que en el 36 se luchó por la democracia y por la legitimidad democrática de la República, seguid negando que lo que los milicianos llevaban en los cañones de sus fusiles era la Revolución Social, seguid, judas, obstinándoos en la traición…

GAZA

Kurt Gerstein

Kurt Gerstein

Kurt Gerstein (en la fotografía) ingresó en las SS en 1941. En el 42, dado su destino en el Servicio de Higiene del Estado Mayor de las SS (para los nazis, el exterminio siempre fue materia médica) se le encargó el suministro de cristales de ácido prúsico (Zyklon B) a los Vernichtungslager y con ese cargo fue testigo presencial del «tratamiento especial» dispensado en Belzec y Treblinka.

En agosto del 42 pudo informar con detalle al barón Göran von Otter, secretario de la Embajada sueca en Berlín, de los hechos que conocía. La misma información la proporcionó al nuncio en Berlín de la Santa Sede y a la resistencia holandesa, la cual informó, también, a los servicios de inteligencia aliados. Nada se hizo, nada se creyó o se quiso creer. Puesto al corriente de los hechos, Churchill ordenó que no se le hablara de tales cosas: le impedían dormir y eso era malo para la guerra.

Las cadenas de montaje de las fábricas de huesos continuaron en funcionamiento hasta el hundimiento final. Nunca hubo un bombardeo de las instalaciones de Auschwitz, de las vías férreas que llevaban los trenes hasta sus puertas, ninguna resistencia atacó el aparato que suministraba población a los Lager y estos, este «anus mundi», engulló a doce millones de seres humanos, seis de ellos judíos. Aún hoy el Exterminio se trata historiográficamente como una extravagancia de la guerra, como una anomalía, terrible pero secundaria, y aún hoy nadie encontrará a un vecino de Cracovia o de Weimar que confiese haber sabido algo de aquello.

No es cierto que la Shoa fuera un secreto. Es falso que esto no se conociera dentro y fuera del Reich y sus territorios, pero los nazis trataron su «página más gloriosa jamás escrita», Heinrich Himmler dixit, con discreción.

Nosotros tenemos nuestro Gueto de Varsovia. El gobierno Israelí no esconde su propia «Aktion Reinhard», sino que alardea de ella. Gaza y Cisjordania son el Auschwitz de nuestro días y como ocurrió con Auschwitz-Birkenau, nada pasa, todos consienten, todos toleran lo intolerable. El exterminio palestino es otra extravagancia, otra marginalidad de la historia, lamentable pero irrelevante, en el conflicto de Oriente Medio.

Discedite a me maledicti in ignem aeternum…

Grandizo Munis

Munis

Munis

Enterrada dos veces, por fascistas y por estalinistas, la obra de Grandizo Munis (Manuel Fernández-Grandizo Martínez) es una de las más brillantes que tenemos sobre la guerra y la revolución españolas y también de las mejor escritas.

«En ningún sitio como en España los muertos han impedido tanto obrar a los vivos. Trasponiendo esta idea a los hechos, digamos que la elocuencia impotente de los republicanos del 37, la nulidad y las concupiscencias de los del 31, el humanismo ñoño y la laxitud humillante de los socialistas, les vino en gran parte de las clases decadentes que dirigían la sociedad. Su incapacidad para aislarse de ellas, concentrándose en la formación revolucionaria de las nuevas clases, les convirtió, a su vez, en decandentes. Esa es la causa que ha dado al pasado el triunfo sobre el porvenir, en los numerosos intentos de superación hechos por el país desde comienzos del siglo XIX. ¡El lastre histórico de España ha de ser arrojado por la borda! Es lo que voy a intentar en este capítulo, en espera de la próxima oportunidad práctica».


 

El PCE da por roto el pacto constitucional y se desvincula de la Constitución de 1978

Firma de los Pactos de la Moncloa

Firma de los Pactos de la Moncloa

Bueno, bien, algo es algo, pero habéis tardado 37 años en enteraros de esta obviedad. Habéis sido firme pilar de la Segunda Restauración, habéis pasado casi ocho lustros olfateando sin repugnancia el tufo hediondo de la monarquía y la Constitución que apoyasteis. ¿Ya no os acordáis, camaradas, cómo entregasteis a la bofia y a los matones fascistas a todos aquellos que en el 78 ya decíamos que esa Constitución era una perversa y grotesca carnavalada?.

Decís que «se han incumplido todos los títulos y artículos de derechos sociales, económicos». ¿De qué coño vais? Habeis tardado 37 años en daros cuenta de que la Constitución NO CONTIENE DERECHOS SOCIALES Y ECONÓMICOS, sino «principios rectores de la política social y económica»? ¿En 37 años no habéis tenido ningún jurista de reconocido prestigio o algún estudiante de 2º de Derecho que os advirtiera que esos «principios rectores» no eran derechos subjetivos, sino «recomendaciones» a lo poderes públicos para que estos las siguieran si buenamente podían o querían?.

Apuntalasteis al Borbón y al franquismo que se descomponía, cerrasteis los ojos y la boca ante la represión borbónica que barrió, con sobrada sangre y tortura ante la que callasteis cobardes o cómplices, todo lo que quedaba a vuestra izquierda, echasteis agua sobre todo fuego de rebelión que se levantaba, dejasteis que los sindicatos se pudrieran hasta que han adquirido el actual color amarillo propio de la carne en descomposición, os volvisteis demócratas, realistas y serviles… ¡durante treinta y siete años!.

Durante 37 años habéis vegetado satisfechos de tener unas cuantas posaderas diputadiles sentadas en los sillones de la carrera de San Jerónimo ¿y ahora venís a decir que el enemigo os ha engañado y que ha incumplido su pacto? Hijos míos o sois tontos de baba o canallas.

Por cierto, la fotografía lo es de la firma de los pactos de la Moncloa.

HACE 61 AÑOS QUE EL SEMINARISTA DEL KREMLIN SE SOMETIÓ AL JUICIO SEVERO DE LOS GUSANOS.

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Dzhugashvili

El 5 de marzo de 1953, el sepulturero de la revolución, el seminarista Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, entregaba su cuerpo a los gusanos. Esta es la descripción que hace Alan Bullock de sus últimas horas.»La noche del 28 de febrero, el reducido grupo de la camarilla del poder, Beria, Malenkov, Jruschov y Bulganin, estaba viendo películas con él en el Kremlin. Stalin se encontraba extraordinariamente animado, quizá debido a que se había emborrachado. La reunión no se disolvió hasta las cinco o las seis de la madrugada del día 1 de marzo. En algún momento entre estas horas y las tres de la madrugada del día 2, tuvo un ataque. Los guardias habían tenido miedo de molestarlo antes de3 las tres de la madrugada, por lo que pasaron 24 horas desde que Stalin se despidió de su grupo del poder hasta que Malenkov, Beria y compañía regresaron con médicos que diagnosticaron una parálisis. Haciendo turnos, dos a la vez, mantuvieron guardia junto a su cama durante los tres días y medio que tardó Stalin en morir. Aunque a veces recobraba la conciencia, era incapaz de hablar.

Mientras esperaban el desenlace, los pensamientos de sus lugartenientes giraban en torno a lo qu3e sucedería cuando Stalin muriese. Tanto Jruschov como Svetlana, que estuvieron montando guardia con ellos, coinciden en que la única persona que se traicionó, exteriorizando el conflicto de sus sentimientos, fue Beria.

‘Tan pronto como Stalin daba indicios de estar consciente (escribe Jruschov) Beria se ponía de rodillas, le cogía la mano y se la besaba. Cuando Stalin perdía de nuevo el conocimiento y cerraba los ojos, Beria se ponía de pie y escupía… rezumando odio’…

‘La agonía de su muerte (Escribe Svetlana) fuer terrible. Dios tan sólo concede a los justos una muerte fácil. Literalmente puede decirse que se asfixió hasta la muerte mientras velábamos. En lo que pareció ser su momento postrero, abrió de repente los ojos y pasó su mirada por cada una de las personas que estaba en la habitación. Fue una mirada terrible, demencial o quizá enfurecida y cargada de miedo a la muerte… Luego sucedió algo terrible e incomprensible, algo que no he podido olvidar hasta el día de hoy… De repente alzó su mano izquierda como si estuviera señalando algo situado arriba y luego la bajó como si lanzase una maldición sobre nuestras cabezas. Aquel gesto resultaba incomprensible y estab a plagado de amenazas'»

Alan Bullock: Hiteler y Stalin, Vidas Paralelas, tomo II, Ed. Plaza y Janés.