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LA REPÚBLICA CONTRA LA REVOLUCIÓN III. EL APARATO REPRESIVO DE NEGRÍN

Gabriel Morón Díaz

Gabriel Morón Díaz

El 29 de junio de 1937, con Andreu Nin ya desaparecido, Prieto se entrevistó con Azaña para ponerle al corriente del secuestro y advertirle que Antonio Ortega Gutiérrez, director general de seguridad durante la desaparición de Nin, «era, además de idiota, comunista«.

Ante las presiones internacionales, Negrín autorizó a Irujo para que creara un tribunal especial que investigara el caso y destituyó al «idiota», además de guardia civil y «comunista» Ortega. El sustituto de Ortega fue Gabriel Morón Díaz (en la fotografía). Este hombre, en una conversación con Zugazagoitia dijo:

«Ya que el presidente Negrín está empeñado en conocer la verdad, podéis decirle que la verdad es esta: el secuestro de Andrés Nin ha sido planeado por el italiano Codovila, el comandante Carlos, Togliatti y los directivos del partido comunista, entre ellos Pepe Díaz. La orden de atormentarlo ha sido dada por Orlov y todos ellos han obrado conforme al gran interés que Stalin tenía en la desaparición del secretario y confidente del creador del Ejército Rojo. Dile esto a Negrín y si quiere que los detenga , los meto en la cárcel mañana mismo».

Negrín no quiso que los detuviera, al contrario, a mediados de noviembre sustituyó a Morón por Paulino Gómez Sáiz, uno de los principales represores de la revolución en Cataluña desde su puesto de Delegado de Orden Público y, también, suspendió la investigación sobre el paradero de Nin.

Ese fue el principio de una reorganización de los servicios de Seguridad. El 12 de junio Negrín disolvió los Servicios Especiales del Estado Mayor del Ejército del Centro, controlados por el anarquista Manuel Salgado. También fusionó el Departamento de Servicios Especiales con las Brigadas Especiales, uno de los principales instrumentos utilizados hasta entonces contra los obreros y las organizaciones revolucionarias. Así creó el DEDIDE (Departamento Especial de Información del Estado) cuya actividad continuó dirigiéndose contra el POUM y otras organizaciones izquierdistas a las que Negrín y el PCE consideraban subversivas y, por tanto, enemigos. El 9 de agosto, Prieto, creó el siniestro SIM. El aparato represivo de la contrarevolución quedaba definitivamente estructurado.