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DEVOTOS

Vladimir Alexandrovich Antonov-Ovseyenko junto a Companys en Barcelona

Vladimir Alexandrovich Antonov-Ovseyenko junto a Companys en Barcelona

Hace algunos años me crucé con la hija, una de las hijas, de Antonio Jover, fidelísimo militante del PCE que adquirió cierto protagonismo no conocido de todos y en cuya casa, por ejemplo, estuvo cobijado Sánchez Montero…

La mujer, muy orgullosa de su padre, lo que está muy bien, y de la gloriosa historia del PCE, lo que arroja sombras sobre sus capacidades, me contó que el tal Antonio Jover, durante la guerra, había trabajado con Antonov Ovseenko, cónsul soviético ante la República.

Ah ¿sí?. Habría sido de interés conocer a tu padre y sus recuerdos de la época. ¿Sabes que Antonov Ovseenko fue llamado de vuelta a Moscú?.
-Sí, mi padre era muy amigo suyo.
-¿Y sabes que fue llamado a Moscú para ser fusilado?.

Silencio, mirada de desconcierto y un cierto rictus agrio en la cara. Seguí hurgando en la herida.

Claro, tanto tu padre como tú estaríais al corriente de que Ovseenko fue fusilado por Stalin a su vuelta de España ¿no?.

El rictus agrio ya era de biliosa hostilidad. Esa mujer tenía delante a un «anticomunista» o, pero aún, a un «trotskista».

-Sí, bueno, nosotros no teníamos la información completa. Si tuvo un comportamiento criminal le fusilarían.
-Ya, pero era un viejo bolchevique, probado en la revolución y la guerra y tu padre le conoció de cerca, trabajó para él y dices que fueron amigos ¿estuvo trabajando tu padre para un traidor criminal? ¿No se planteó tu padre nunca que fuera un hombre inocente?
-Nosotros no teníamos la información que tenía el camarada Stalin.

A esta profunda letrina había sido arrojada la revolución, a esta descomposición de la inteligencia y de la decencia fueron llevados sus militantes, así se convirtió en canallas abnegados, en monos de organillero a esa tropa de fieles, de devotos, ciegos y necios, patéticos fantoches del desastre… ¡Maldita sea mi pena negra!.