Uno de los hechos más desconocidos, más acallados, que con mayor evidencia delata la naturaleza contrarevolucionaria de la República y del Frente Popular, tras el 19 de julio de 1936, es el ofrecimiento de los nacionalistas marroquíes al gobierno republicano de atacar en Africa la retaguardia franquista a cambio de ayuda económica y de armas. Una rebelión en Marruecos, aliada a la revolución en la Península. habría cambiado inmediatamente el curso de la guerra, pero el Gobierno de la República, se negó rotundamente a ello.
«En el verano de 1936 se reunieron en Barcelona representantes del CAM y del Comité de Milicias Antifascistas de Catalunya con vistas a llegar a un acuerdo beneficioso para ambos. El CAM esperaba obtener una buena predisposición del gobierno republicano para que otorgara la independencia al Rif, que entonces estaba bajo el Protectorado español de Marruecos, a cambio de hostigar por todos los medios posibles al ejército fascista de Franco.
Las negociaciones chocaron con la negativa del gobierno republicano que, a su vez, estaba muy condicionado por las presiones del gobierno socialista francés, temeroso de que la independencia del Rif arrastrase a todo Marruecos».
Grandizo Munis hace referencia al mismo suceso (Jalones de derrota, promesas de victoria, Muñoz Moya Editores):
«Una delegación de jefes nacionalistas marroquíes se presentó a fines de 1936 en la zona roja y propuso al Gobierno, concretamente, que proporcionara armas, unos cuantos millones, y que prometiera la independencia de Marruecos. La organización nacionalista se comprometía a organizar la insurrección. Evidentemente, hubiera bastado la promesa de independencia y un mínimo de armas para sublevar todo Marruecos contra Franco, cuyo ejército se nutría por entonces principalmente de moros. Era deber de un gobierno revolucionario ofrecer espontáneamente, de manera absoluta y sin condiciones, la independencia a colonias o protectorados. En las condiciones de la guerra civilera además una necesidad militar, y sobre todo de parte de gobiernos que en nombre de la guerra justificaban y patrocinaban las más antirrevolucionarias medidas. Por sí sola, la insurrección de Marruecos habría podido darnos el triunfo; cuando menos habría debilitado muy seriamente los recursos militares del enemigo. Pues bien, el Gobierno se negó terminantemente a prometer la independencia, a facilitar armas o dinero. No quería lesionar los intereses imperialistas de Francia e Inglaterra, que evidentemente se hubiesen visto amenazados en toda el África por la insurrección independentista de Marruecos, y tampoco quería alarmar a la burguesía española privándola de sus colonias. Esto ocurría al mismo tiempo que stalinismo y reformismo daban calle a su campaña de «menos comités y más pan», «todo el poder para el Gobierno», «desarme de la retaguardia», etc., etc., en nombre de la victoria militar
Nota 97. Fue un militante trotskista francés -David Rousset, autor de El Universo Condentracionario- quien, en Marruecos, indujo la organización nacionalista a apoyar la revolución española. El mismo acompañó la delegaciónal territorio de la zona roja, presentándola al Gobierno y a las organizaciones obreras. A notar que ninguna organización obrera quiso criticar al Gobierno por su negativa.».